viernes, 27 de julio de 2012

Un cuento de Carlos, egresado 2011


La vecina del fondo

Hacia horas que habitaba mi nuevo departamento, un PH en la calle Aguirre. Llovía torrencialmente, cosa que me alegro, ya que podría comprobar si los arreglos realizados en el techo eran efectivos.
Transcurrían los minutos y veía por la ventana como poco a poco se inundaba la calle. Distraído por el espectáculo, escucho que golpean la puerta, pregunto- ¿quien es?- su vecina – contestó- la del fondo. Abrí la puerta con un poco de temor y sin mediar palabra ingreso rápidamente una mujer de una belleza exótica, con rasgos asiáticos. –Buenas tardes, necesito ayuda,-me increpó- a lo que contesté - ¿en que puedo ayudarla?
Después de explicarme con lujo de detalles que se encontraba sin luz, mi cerebro solamente registraba lo voluptuoso que era su cuerpo, enfundado en un vestido color caqui. Tomo mi mano y me llevo raudamente por el pasillo, casi inundado por la lluvia, hacia su departamento. Al ingresar se me heló la piel, podía ver el vapor que despedía mi respiración. Pregunte con aire de experto- ¿la caja de luz?- a lo cual contestó- en la cocina-.
Después de levantar la llave térmica, volvió la luz. Me agradeció con un dulce beso en la mejilla y abriendo la puerta se despidió con una reverencia. Emocionado con el espectáculo, giro para tomar rumbo hacia mi departamento, tropezando con una maceta, Atenta a la situación se acerca este hermoso personaje a socorrerme, preguntándome- ¿te duele? – a lo que conteste con una mirada picara, ya que su vestido se estaba pegando a su cuerpo por efecto de la lluvia - bastante-. Me acompaño rodeándome con sus delgados brazos la cintura, ingresamos a mi departamento y me desplomé sobre una silla. Con sus pequeñas manos acaricio mi rostro y me indicó - descansa – y cerré mis ojos.
Al abrirlos me encontraba solo, asustado y dolorido. Busco en mis dos ambientes a este enigmático personaje y no lo encontré. Abrí la puerta del departamento y ya era de noche, giro a la derecha para dirigirme al departamento del fondo y con sorpresa observo que no existe, en el fondo solo hay una pared, adornada con una enredadera.
Ingresé nuevamente a mi departamento, mareado por la situación me senté en una silla y desde allí pude observar con asombro las huellas que dejo el extraño visitante sobre el parquet…


Carlos Ortiz de Rozas
Noviembre del 2011

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